Conserve the Sound («Conservar los sonidos») es un precioso plan de Chunderksen, obediente de entender –aunque esté en en tudesco– porque es básicamente un documento sonoro: una sumario de sonidos antiguos, desde los rac, rac… de los teléfonos rotatorios a los click, clack, clack de las teclas de las máquinas de escribir, el racaraca de los molinillos de café o el clac, clac, clac de los proyectores de 8 mm.
El sitio es a la vez intrigante, inspirador y vivo; todos los sonidos evocan expresiones profundos –aunque dependen de la etapa que tengas– asociados con objetos comunes de la preliminares o la adolescencia: máquinas de fotos, proyectores de diapositivas o máquinas de pinball. No desidia el ocasional motor de hélice, una transmisión con correa de cuero o aparatos en ocasiones difíciles de identificar.
El audio de todos esos objetos se complementa con una serie de entrevistas en vídeo, y igualmente como texto, en la que diversos personajes explican cuáles son sus «sonidos favoritos» y en ocasiones aparecen debajo del vídeo para poder escucharlos igualmente. [Las entrevistas están subtituladas en inglés.]
Un plan en el que perderse un rato y curiosear, en singular porque algunos sonidos resultan positivamente entrañables si hace décadas que no los escuchas, como a veces sucede al ver una película antigua.
(Vía Evil Mad Scientist.)
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