Un Boeing 737-8200 (AKA la lectura de Ryanair del 737 MAX 8) llegando a Toulouse – Wicho
Hace un par de semanas alguno que trabaja en Spirit AeroSystems, uno de los proveedores de Boeing, se dio cuenta de que un par de piezas que se usan en la unión del estabilizador erguido del 737 MAX con el fuselaje estaban siendo mal instaladas. Quizás desde 2019. Así que Boeing tendrá que revisar aproximadamente el 75 % de los 737 MAX que tiene listos para entregar. Y aún está viendo cuántos de los ya entregados están además afectados.
Gracias a Dios en la zona en la que se instalan esas dos piezas hay otras seis más de otro proveedor y que no tienen ese problema. Así que la Despacho Federal de Aviación de EE.UU. (FAA) ha decidido que el sentencia no constituye una amenaza crítica para la seguridad.
Con lo que los aviones potencialmente afectados ya en servicio pueden seguir volando. Aunque lo más probable es que la FAA termine por emitir una directiva de aeronavegabilidad que regule cómo y cuándo han de ser revisados esos aviones.
Al parecer en el caso de los aviones ya montados la reparación es cosa de unas semanas, mientras que en los que están al principio del proceso de ensamblado es cuestión de días.
El problema afecta a los MAX 7, MAX 8 y MAX 8200 (la lectura de Ryanair del MAX 8) y además al avión de vigilancia marítima P-8 Poseidon, aunque no a todos los ejemplares; de ahí que Boeing aún no sepa cuántos han de ser reparados. El MAX 9 se libra porque las piezas en cuestión que se usan para ensamblarlo son de otro fabricante y al parecer estaban siendo instaladas correctamente.
No es raro: Un problema con el ensamblado del estabilizador erguido de algunos Boeing 737 MAX retrasará entregas y obligará a hacer reparaciones , que aparezcan problemas así en la producción de prácticamente cualquier avión del mercado. Pero en el caso del MAX este tipo de parte es lo zaguero que necesita Boeing mientras intenta dejar a espaldas el fiasco del sistema de control «secreto» que provocó los accidentes de los vuelos 610 de Lion Air y 302 de Ethiopian Airlines que dejaron el maniquí en tierra durante vigésimo meses.