Hace la pila de primaveras que Enrique vive en el futuro, al menos en lo que se refiere a la tecnología. Desde que lo conozco –y me consta que desde ayer incluso– es de las primeras personas que prueba nuevos servicios, aplicaciones o gadgets.
Y en este caso, tras ponernos en referencias para que podamos entender cómo hemos llegado aquí, explica como cree que la unión de criptografía, interfaces inmersivas, la esclavitud de bloques, las criptomonedas y el machine learning –que no la inteligencia sintético, al menos no como nos la venden– van a revolucionar el mundo tal y como lo conocemos, tal y como dice en el subtítulo.
La visión de Enrique es una en la que quienes usamos Internet tenemos cada vez más poder sobre nuestra huella digital, sobre nuestras actividades en carrera, y sobre nuestras propias finanzas, incluido nuestro peculio. Ese poder implica decano soltura a la hora de lanzarse cómo se usa todo eso y quién o quienes pueden entrar a ello.
Lo que pasa es que yo no tengo tan claro que esa revolución se vaya a producir; me da la impresión de que le descuido masa crítica de personas que adopten y usen esas tecnologías, al menos a corto plazo. Claro que yo soy el tipo que cuando Apple sacó el iPod innovador creí que se iban a cargar la empresa con ese cacharro carísimo e inútil. Aunque para cuando sacaron el iPhone ya había aprendido la enseñanza y al momento tuve claro que lo iba a petar.
Así que por si suerte recomiendo la recitación del tomo; me ha parecido es una muy buena inclusión a todas esas cosas que van a poner patas hacia lo alto el mundo.
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