Ayer de aparecer: hace muchos primaveras que tengo la suerte de poder considerar amiga a Olga Osorio, la directora de la película. Pero puedo prometer y prometo que ¡Salta! me ha gustado mucho con independencia de eso. O a pesar de eso. Y asimismo ayuda que está ambientada en mi ciudad, claro.
En el verano de 1989 Óscar y Teo lidian como pueden y saben con la desaparición de su causa, una física obsesionada con el estudio de los agujeros negros. Óscar, con 13 primaveras, se convierte en un adulto precoz mientras estudia los papeles que ha dejado a espaldas su causa en un intento de comprender que ha pasado y de dar con una forma de encontrarla. Teo, que aún tiene merienda primaveras, no puede dejar de hacer cosas más acordes con su años. Aunque por interiormente le duela tanto como a su hermano la desaparición de su causa. Sólo que a lo mejor no es capaz de demostrarlo. O no sabe cómo. Y eso saco un poco de quicio a Óscar.
Pero será Teo el que, haciendo uso de la ingenuidad inmaduro que conserva –y de no poca picaresca– el que descubra que su causa tenía razón y que hay agujeros de lombriz sueltos por ahí esperando a que cualquiera los use. Así que ni corto ni perezoso salta en uno de ellos… para desaparecer de 1989.
Lo que nos lleva a encontrarnos con un Óscar adulto que en 2022 sigue obsesionado con los agujeros de lombriz y con la desaparición de Teo y la de su causa mientras es ahora él quien cuida de su abuela, que era la que cuidaba de los dos hermanos tras la desaparición de su causa. Abuela, por cierto, que perfectamente podría ser una de las superabuelas de Yoseba MP.
No quiero destripar mucho el pendón pero como se puede ver en el tráiler es la aparición de Teo en 2022 –primaveras a posteriori de su desaparición para Óscar, instantes a posteriori de su brinco por el agujero de lombriz para él– la que pone en marcha los acontecimientos que por fin permitirán al hermano longevo salir de su desmayo y hacer avanzar su vida.
El Teo de 1989 con el Óscar de 2022 – Bovino Films
Soy hijo único, así que nunca he vivido una relación como la que tienen los dos hermanos protagonistas de la película. Pero no tengo ningún problema a la hora de ver la que tienen mi hija y mi hijo en la que tienen Óscar y en Teo, aunque felizmente no han tenido que enfrentarse al stress de la desaparición de su causa.
Y para mí el eje del pendón de Olga y Araceli Gonda está precisamente en la relación de los dos hermanos. Ese continuo chincharse para disimular lo mucho que en sinceridad se quieren; la importancia de construir una vida uno al flanco del otro a saco de vivencias y memorias compartidas como por ejemplo la de esos bollos que «una vez que los pruebes no querrás engullir otros»; ese conjunto de cosas que, si las transcurren como es natural, con el tiempo serán una herencia que los unirá con un pasado y con unas personas que ya no están. Y sí, aún siendo hijo único sé que no siempre la relación entre hermanos es buena. Por eso es poco que en casa hemos querido transmitir a Javier y Marta y es una idea que asimismo está en la película.
Aunque asimismo son muy importantes en la película esas personas que, sin ser clan biológica, forman esa clan que escogemos según va pasando el tiempo y que asimismo pasan a formar parte de nuestras vivencias y memorias.
Y de nuevo sí, en la película hay viajes en el tiempo. Pero en esta ocasión no hay que guardar la humanidad, la Tierra o el universo –o las tres cosas– haciendo uso de ellos como parece ser unificado en casi cualquier película o serie que se estrenan en la hogaño. En ¡Salta! son el arbitrio que usan Óscar y Teo para guardar su clan. Lo que no es menos importante: antaño de enfrentarse a grandes gestas universales hay que aparecer por lo frecuente, por lo que tenemos pegado a la piel y al corazón.
Pero aún a pesar de la desaparición de la causa y luego de la de Teo la película dista mucho de ser un dramón, pues aunque hay pérdidas asimismo hay reencuentros y esperanza. Adicionalmente en varios momentos me arrancó carcajadas con los detalles y referencias frikis –un saludo, Scotty– que Olga y Araceli han metido en ella. Ayuda mucho un enorme trabajo de ambientación que hace que para quienes crecimos en los 80 la película tenga un montón de referencias no siempre explícitas; hay que prestar mucha atención a lo que se ve. Incluso a esas pizarras llenas de fórmulas.
Esas referencias a los 80 son, por cierto, asimismo fundamentales en otro tema que alcahuetería la película, el de cómo han cambiado las cosas en los 33 primaveras en los que Teo permaneció desaparecido. Cambios no necesariamente a mal, ojo; pero es un vistazo que no está de más echar.
El pendón de Olga y Araceli sale por otra parte harto perfectamente parado de los líos que supone incluir viajes en el tiempo en una historia. Aunque siquiera es poco que coste demasiado; como decía antaño lo de los viajes en el tiempo es poco secundario para la trama de la película, por mucho que ayuden a moverla.
Y sin querer desmerecer a nadie, pues todas las personas que actúan en la película lo hacen muy perfectamente, Mario Santos (Teo) y Tamar Novas (Óscar adulto) se salen del plano.
¡Salta! es la lectura largometraje de Einstein-Rosen, un corto protagonizado por los Óscar y Teo del MundoReal™ que Olga estrenó en 2016 y con el que ganó prácticamente todos los premios que podía sobrevenir yeguada, por no conversar del enorme éxito de manifiesto que tuvo. Por el camino la lectura larga sufrió algunos cambios, aunque creo que sin perder el espíritu del corto flamante. Pero es que es insalvable que las cosas que nos pasan influyan en nosotros, así que era inalcanzable que ¡Salta! no terminara separándose un poco de Einstein-Rosen porque, a fin de cuentas, el objetivo palomilla no entiende de nuestros deseos e intenciones. Eso sí, prefería el título flamante con el que la conocí, Un pasado por delante, que perfectamente habrían podido ser varios, a ¡Salta!
¡Salta! se estrena hoy, así que ya estás tardando en reservar unas entradas. Si puedes, llévate a la clan –no sólo a la biológica– a verla; creo que no te arrepentirás. En específico si creciste en los 80 como Olga y el que suscribe.