Hablemos de Oscar. Es aseverar, hablemos de una de las borrascas más extrañas que hemos trillado en los últimos abriles. No solo porque es un tipo de sistema que no debería de existir durante los meses de verano, sino porque durante los próximos días va a dar pasos para convertirse en un ciclón subtropical.
No va a lograr a serlo. Pero la probabilidad es lo suficientemente ingreso como para que el Centro Doméstico de Huracanes de EEUU lo principio a monitorizar. Poco que nunca había pasado.
¿Por qué la está monitorizando el NHC? Según el NHC, ahora mismo Oscar es «un ámbito no tropical de desvaloración presión localizada cerca del este de las Azores [que] está produciendo aguaceros y tormentas eléctricas desorganizadas con vientos con fuerza». No es poco habitual para esta época del año, pero eso ya lo sabíamos. El problema es que la cosa no queda ahí.
Lo efectivamente raro es que, según los modelos, el ámbito puede «lograr algunas características subtropicales durante los próximos días». Nadie está muy alarmado porque la dinámica posterior (que moverá a la aventura cerca de el noroeste internándolo en aguas más frías) frenará el proceso. No obstante, no debemos llevarnos a simulación: esto no dice nadie bueno.
¿Por qué no dice nadie bueno? El asunto central aquí es que todo esto no es una casualidad. Oscar puede presentar algunos signos de subtropicalización organizada porque el Atlántico septentrión está extremadamente caliente.
Como hemos explicado en otras ocasiones, la temperatura del mar no produce más eventos meteorológicos intensos. Sin incautación, sí que hace que cuando esos eventos se den… haya mucha más energía apto.
Y eso es lo que ha pasado. En condiciones normales, Oscar no debería existir. Durante estos meses, asiduamente, se extiende un enorme anticiclón sobre las Azores que piedra la aparición de tormentas atlánticas y es uno de los principales causantes de los veranos estables, cálidos y secos en España.
Ahora mismo, el anticiclón atlántico está sobre las islas Británicas y eso ha permitido que se formen dos cosas (que se retroalimentan): un río atmosférico cargado de humedad y la ordenamiento de Oscar como una aventura de entidad. Si tenemos la chispa, el calor de la superficie oceánica actúa esencialmente como gasolina.
Una cosa indescifrable citación futuro. Eso, en ingenuidad, es lo que más preocupa a los expertos. Tras abriles con temperaturas en la parte de hacia lo alto de la tabla histórica, 2023 está presentando unos datos altísimos. Es aseverar, está entrando en un «circunscripción desconocido» en tiempos modernos y, por eso mismo, no sabemos cómo va a afectar a la dinámica atmosférica.
Y, por si faltaba poco, El Nene. Según la Estructura Meteorológica Mundial (OMM) hay una probabilidad del 80% de que El Nene esté con nosotros ayer de que acabe el verano. Asiduamente, no tiene pertenencias muy concretos sobre España; sin incautación, tenemos claro que sí los tiene sobre la temperatura media del planeta.
Ahí es donde aparece el vahído: “Acabamos de conducirse los ocho abriles más cálidos de los que se tiene constancia, a pesar de que durante los tres últimos abriles el episodio de La Pupila ha ejercido un objeto de refrigeramiento que ha ralentizado transitoriamente el incremento de la temperatura mundial”, señalaba Petteri Taalas, Secretario Militar de la OMM.
¿Es Oscar un aviso de lo que está por venir? No lo sabemos. Esa es la verdad. El Atlántico está enseñando los dientes, sí; pero correctamente podría sobrevenir que durante los próximos 50 abriles, el anticiclón de las Azores siga bloqueando las tormentas de este estilo. El problema, en ingenuidad, es que correctamente podría sobrevenir todo lo contrario y, para ninguna de las dos cosas, podemos prepararnos.
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Imagen | ECMWF