La biciclo como armas política. Concretamente del espacio municipal, donde su incidencia en la movilidad diaria ha alzado ampollas en los últimos abriles. Unas ampollas que han centrado parte del debate de las últimas campañas electorales municipales y parte de las anteriores.

Ciudades como Madrid han vivido entre dos aguas en los últimos abriles. El Gobierno de Más Madrid amplió el espacio exclusivo para las bicicletas a costa del coche. Una de las primeras decisiones de Martínez-Almeida como corregidor fue revertir algunos de ellos.

Con el paso de los abriles, sin confiscación, no todos se eliminaron y, de hecho, comenzó la proyección de un enorme carril bici segregado en el Paseo de la Castellana, una de las principales vías de tráfico rodado de la caudal.

En las últimas elecciones, la tendencia se ha cliché. En Rivas-Vaciamadrid, el Partido Popular ha tocado la mayoría con un discurso contrario a la creación de los nuevos carriles bici de la ciudad. En Valladolid, los últimos meses han sido un tira y afloja entre los defensores de carriles bici que, incluso, unan algunas zonas residenciales con el centro de la ciudad y su nuevo corregidor, quien postura por revertir los instalados en el centro urbano.

En Palma de Mallorca, Jaime Martínez, quien presumiblemente se hará con la alcaldía, todavía se ha mostrado contrario a los carriles bici de la ciudad. Pero, en sus declaraciones, una frase flota en el atmósfera: Palma «necesita un trazado de carril bici acertadamente pensado y señalado».

Una conductor para unificarlos todos

Esta ha sido una de las principales demandas de los ayuntamientos en los últimos meses, en relación al funcionamiento de la movilidad en las ciudades. Contar con criterios claros y unificados sobre cómo debe ser un carril bici.

Las exigencias y la respuesta por parte del Gobierno, a través de su Tarea de Transportes, Movilidad y Dietario Urbana, han sido similares a las que se produjeron con las zonas de bajas emisiones que son obligatorias este mismo año 2023 y que, sin confiscación, escasamente se han llevado a término. Entonces, una denominada Directrices para Creación de Zonas de Bajas Emisiones daba a entender cómo debían ser estos espacios.

Esta vez, el documento se denomina Orientador de recomendaciones para el diseño de infraestructura ciclista y en ella se recogen los principales puntos con los que debe contar un carril bici a recomendación del Gobierno central.

Siempre por la calzada

Entre las recomendaciones de decano calado, encontramos la osadía firme de que las bicicletas ocupen su espacio en la calzada. «En vías ciclistas de nueva ejecución no debe plantearse aceras-bici. El espacio debe obtenerse a costa del espacio ocupado por los vehículos de motor (carriles de circulación o las bandas de estacionamiento)», se señala en los documentos.

Las aceras-bici siempre han sido objeto de un intenso debate por las asociaciones ciclistas. Algunas las consideran esenciales para fomentar el uso de la biciclo entre quienes no se sienten seguros conexo a los coches. Otras aseguran que estos espacios predisponen al conductor a pensar que no deben compartir espacio con los ciclistas y, encima, señalan que son un peligro para los peatones.

Espacios segregados

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Fuente: Mitma

La otra gran postura está en la de segregar por completo la vía ciclista de la del resto de vehículos de tráfico rodado. Entre las soluciones posibles, se propone el uso de bolardos o, incluso, de objetos más contundentes, como principios plásticos o grandes piezas de hormigón. Se desaconseja utilizar exclusivamente las pintadas viales, pues no impiden que los vehículos ocupen estos espacios. +

Adicionalmente, se aclara que la opción ideal es la utilización de las denominadas bandas de servicio que hagan de barrera. Son espacios de hormigón que utilizan a los árboles, las paradas de autobús o los propios vehículos estacionados para separar por completo al ciclista del resto de los carriles y, así, aumentar la seguridad de quienes circulan por ellos sin parar a otros vehículos.

Más despacio

En aquellos lugares donde los ciclistas y los conductores tengan que compartir espacio, desde el Tarea de Transportes, Movilidad y Dietario Urbana se aconseja aminorar la velocidad a un mayor de 20 km/h, incluyendo si es preciso el uso de pavimento particular, como adoquines, que animen a los conductores a conducir más despacio.

«Poner principios físicos que ayuden en este cometido, como pasos elevados, estrechamiento de carriles, cambio de asfalto por adoquines y otras medidas», se señala en la conductor.

¿Carril bici o calzada? Para la mayoría, no hay duda: las vías segregadas son mucho más seguras

Complicando la circulación a los coches

De esta última medida todavía se desprende otra premisa: para descabalgar la velocidad a los coches es necesario complicar su circulación. Para ello, en la conductor para la creación de los nuevos carriles bici se proponen medidas como estrechamientos de carril, el uso de marcas viales como los dientes de sierra o los mencionados adoquines.

Adicionalmente, todavía se fomenta la construcción de espacios rodados en zig-zag, un diseño que se aplica desde hace medio siglo en algunos barrios residenciales holandeses y que obligan al conductor a permanecer una velocidad muy escasa, mejorando la seguridad de ciclistas y peatones.

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Foto | Álvaro Bernal

Por TERABITE