El delirio de los diamantes es un enigma para la mineralografía. La más icónica de las piedras preciosas requiere condiciones extremas para su formación, condiciones que se dan en el mantón terreno. Entonces, ¿cómo llegan a las capas más superficiales donde son minados? La respuesta se ha acabado gracias a los superordenadores.
Diamantes peregrinos. Gracias a la ayuda de los superordenadores del National Computational Infrastructure (NCI) de Camberra, un equipo de investigadores de la Universidad de Wollongong ha acabado proponer una explicación a la cuestión sobre cómo llegan los diamantes desde las profundidades del mantón terreno hasta la corteza. La esencia está en las kimberlitas y en el motor geológico de los “pilares de calor”.
Buena parte de los diamantes que hallamos en nuestro planeta se encuentra incrustados en grandes estructuras geológicas de kimberlita, un tipo de roca volcánica. Estas estructuras tienen el aspecto de tuberías o columnas y se forman tras erupciones de kimberlita. Se tiene constancia de varios centenares de este tipo de erupciones en los últimos 200 millones de primaveras, la mayoría de las cuales se conocen en África, y las Américas.
Estas tuberías podrían ser tan solo la etapa final en la ruta que los diamantes realizarían desde el emplazamiento en el que se forman hasta zanjar incrustados en la corteza terreno. El nuevo trabajo de los investigadores explica los procesos geológicos del mantón terreno que desatan estas erupciones.
Los pilares de la Tierra. El delirio de los diamantes podría deberse a unos procesos geológicos desatados en las capas más profundas del mantón de la Tierra, a unos 2.900 kilómetros bajo la superficie, en la región en la que se encuentran el mantón de la Tierra y el núcleo.
Aquí es donde tendrían su “raíz” los “pilares de calor”, unas columnas que transmitirían energía desde las profundidades del mantón hasta sus zonas más superficiales. Este calor sería el que activara las kimberlitas causando su erupción a través de la corteza terreno y con ello la presentación de los diamantes a los lugares donde son minados.
Simulación por ordenador. “Calculamos los movimientos de calor alrededor de hacia lo alto desde el núcleo y descubrimos que extensos resurgimientos del mantón o ‘pilares de calor’, conectaban las mayores profundidades de la Tierra con su superficie”, explicaban los autores del estudio en un artículo en The Conversation. “Nuestro maniquí muestra que estos pilares proveen calor debajo de las kimberlitas, y explican la mayoría de las erupciones de kimberlita a lo liberal de los últimos 200 millones de primaveras.”
El maniquí creado simula la geodinámica, los movimientos de las estructuras geolícicas de la Tierra, como corrientes de magma, placas tectónicas, etc. El maniquí empleado es uno de los más precisos creados por lo que tuvo que ser accionado a través de los superordenadores del NIC.
Los detalles del estudio fueron publicados recientemente en la revista Nature Geoscience. En el artículo los investigadores explican que el maniquí logra explicar erupciones en diversos contextos geográficos, con una excepción. Tal y como señalaban los autores, las erupciones en Norteamérica tan sólo podían comprender parcialmente por este maniquí.
Diamantes para la inmortalidad. Los modelos geodinámicos pueden ayudarnos a comprender mejor el “funcionamiento interno” de nuestro planeta. En este caso, podrían incluso a la industria minera en la tarea de demarcar áreas donde los diamantes puedan estar más presentes.
La minería del diamante podría no ser la única en beneficiarse de estos modelos. Nuevos hallazgos de níquel y tierras raras todavía podrían ser facilitados a través de estos mecanismos. La minería ha sido una importante fuente de conflictos y el futuro no parece que vaya a cambiarlo. Quizá un veterano {conocimiento} de nuestro planeta pueda ayudar a evitar alguno de estos problemas.
En Xataka | Hemos enemigo un nuevo mineral aún más duro que el diamante (y resulta que viene del espacio)
Imagen | GrownDiamond