Con la ámbito terrenal rodeada de satélites, hay que hacer poco para evitar que algún resto acabe matando a cualquiera.
La Agencia Espacial Japonesa (JAXA) pondrá en campo el año que viene un secuaz de madera. Parece una excentricidad, pero tiene más sentido del que parece.
Ahora los satélites se ponen en campo de cien en cien, la Starlink de Elon Musk ya tiene miles en campo. Solo son operativos unos primaveras, posteriormente se convierten en basura espacial que queda flotando en el espacio, con el peligro de chocar contra la Temporada Espacial Internacional, o caer a la Tierra.
La mayoría se desintegra al entrar en la atmosfera, pero siempre queda el peligro de que un trozo de metal o una tuerca impacte sobre cualquiera.
¿Es posible un secuaz de madera?
Sustituir el chasis y la carcasa de aleación de metal de un secuaz por madera, ofrecería muchas ventajas.
Los satélites serían mucho más baratos, permitiendo obtener a ellos a escuelas y científicos amateurs. Igualmente serían menos peligrosos frente a un posible choque en el espacio. Y si caen a la Tierra arderían en la ámbito y se desintegrarían.
Pero no parece muy sensato sustituir un material metálico por otro orgánico en el espacio, sometido a radiaciones, y cambios extremos de temperatura… ¿o tal vez sí?
Pues la efectividad es que el malogrado funciona como un excelente conservante para la madera. La Universidad de Kioto llevó a final el año pasado un investigación en la Temporada Espacial Internacional, dejando en el espacio, durante 10 meses, varias muestras de diferentes tipos de madera:
Comprobaron que la madera de magnolia no se deteriora en el espacio, ni siquiera al someterla a temperaturas extremas de frío y calor, así como a la radiación durante casi un año.
Esa es la razón de que el secuaz japonés estará contruido con madera de magnolia. Por eso se lumbre Lignosat.
Lógicamente, el secuaz de madera seguirá teniendo algunas componentes metálicas, como los paneles solares o los chips informáticos y sensores del interior. Pero son partes muy pequeñas y ligeras. JAXA tiene pensado ponerlo en campo en 2024, con ayuda de la NASA.